segunda-feira, 1 de dezembro de 2014

DOSSIÊ SURREALIMO | Poesia & Liberdade









 





Coordenação Editorial:
Maria Estela Guedes (Portugal) & Floriano Martins (Brasil)
Concluído em 2009 
A
ALLAN GRAUBARD & CAROLINE MCGEE | WOMAN-BOMB/DE SADE
B
BERNARDO BOLAÑOS | BRETON Y EL EXOTISMO LATINOAMERICANO
C
D
E
F
G
J
L
M
MAXX RUSH | ECORDISM: AN INTERVIEW WITH WILLIAM A. DAVISON
N
NICOLAU SAIÃO | EU ERA SÓ P'RA DIZER
O
P
R
S
T
THELMA NAVA | LA SEDUCCIÓN DE LAS PALABRAS
V


domingo, 5 de outubro de 2014

CARLOS BARBARITO | El relámpago de la sombra



El poeta Carlos Barbarito empieza así su libro La orilla desierta (2003): Esta es mi vida, parece decir la hoja / que cae desde la rama / o la piedra que rueda por la ladera. Y aquí hay una dislocación estratégica que hace que el poeta salte de una esfera a otra. No es el poeta quien dice: Esta es mi vida, como se podría pensar en el primer momento, sino la naturaleza, que aquí nos habla a través de la hoja y de la piedra. Sin embargo, al mismo tiempo sabemos que es el poeta quien le presta la voz. Entonces se transmuta en piedra y en hoja para que nos aproximemos a la intimidad existencial de la naturaleza. De alguna forma, La orilla desierta es un libro que nos prepara -o esencialmente prepara a su autor- para la entrada en Radiación de fondo, si consideramos que allí tenemos casi un inventario de la desnudez, en todos los sentidos. Es como si ahora percibiésemos lo que cada uno hizo con su visibilidad, algo que responda a la pulsante indagación. Y una vez más se confunden las voces -siempre estratégicamente-, del poeta y de la naturaleza. Y siempre hay un lector apresurado que insiste: la llave, ¿cuál es la llave de esta poética?
Carlos Barbarito posee el fascinante don de no entregar al lector nada más que pistas; jamás la llave. Y una de las pistas intrigantes de su poética está en la palabra desnudez y sus correlativos que se repite exhaustivamente, de libro en libro, y que en este Radiación de fondo transita como un guía, una intrigante especie de iluminación por encima de todo el error y toda la ceniza. Ahí está la presencia del inventario de las cosas que desaparecieron sin que hubiesen sido totalmente conocidas. Tanto en el poeta como en la naturaleza, el inventario de las máscaras que no se revelaron o entonces que se deshicieron sin centro de razón o de misterio. Evidente que la presencia de este nudus mantiene su seductora ambigüedad: tanto es privación como revelación, tanto lo que falta como lo que se muestra. Inventariarla significa provocar al lector (¿un gran guionista?) -y también al propio poeta- para que separe la paja del trigo. Y a veces esa dualidad nos convence de su eficacia. Hábilmente el poeta hace con que el lenguaje navegue entre el vacio y la plenitud, flujo y reflujo, provocando algo de malestar en la constatación de este tránsito. Es un juego, claro. No hay duda de que el lenguaje es un juego. Sin embargo su astucia está en el hecho de que se realice sin adornos, o sea, también el engaño está desnudo. Y en esto radica la gran fuerza de este libro.
Al conversar con el poeta, me ha dicho que le gusta la idea de la poesía como un modo de la radiación, una radiación siempre diversa, polisémica surgida desde el fondo de nosotros mismos, y ahí está un terrible secreto que (nos) revela: la fuente de la radiación, una radiación de fondo, cósmica hasta el punto en que cósmica es la existencia humana, esencialmente un chorro -¿imprevisible? -¿atraído?- de lo más negro que hay en el hombre, y en su relación con la naturaleza. No basta con decir eso por supuesto, para que el libro se abra como un testamento delante del favorecido. La poética de Carlos Barbarito viene hábilmente provocando una inquietud entre la cosa y su desmoronamiento, entre lo que imaginamos ser y lo que de un momento a otro se deshace.
Como él mismo lo sugiere en un poema de La luz y alguna cosa (1998), somos al mismo tiempo una cosa y otra cosa, o varias e inclusive las que no conseguimos nombrar. Y tenemos todavía esa pasión declarada de la poesía por la ciencia, como lo recuerda el poeta (mi fascinación por la astrofísica), donde el abismo no es tan grande como parece, o sea, la radiación cósmica de fondo está íntimamente vinculada a la paralaxi, que, a su vez bien podría ser una figura de lenguaje, un dislocamiento de la retina, una variación, sí, una variación.
Pero ¿qué hacemos con las distintas -entre infinitas e inconciliables- maneras de ver el mundo? No puede haber corrección de ángulo, ya que no se puede dar por cierto lo que no pasa de una confesión o aprensión. De vuelta al principio: Esta es mi vida, parece decir la hoja / que cae desde la rama / o la piedra que rueda por la ladera. Al buscar un desnudo intenso, la poesía de Carlos Barbarito descubre que son infinitas las capas de desnudez que se disfrazan de vestimenta, y que tal aventura es tan inagotable como lo es la propia vida. Este descubrir de un aspecto envuelto en mil aspectos es algo que podría haber alcanzado otro cuerpo, si acaso arte y ciencia no hubiesen sufrido, en un momento dado, de una vanidad galopante, dejando al hombre completamente desnudo.
Radiación de fondo, bajo cierto aspecto, expone esta desnudez, inquiriendo sobre sus razones y lo que hacer ante una vida sin artificios. Es como si oscilase entre la negligencia y la transgresión, el hombre -¿también el poeta? - ¿también el lector?- ya no se sabe a quién imputar la culpa. Y cuanto más se desnuda, no se encuentra culpa sino imprudencia, crimen, hesitación, perjuicio, su inventario inacabable. ¿Nos llena la razón de culpa? ¿No nos alimentamos de otra cosa que no sea de culpa? ¿Será esta nuestra radiación de fondo?

[2012]

[Prólogo de un libro todavía inédito. Traducción del portugués de Ana María Rodríguez González.]




domingo, 31 de agosto de 2014

INVENÇÃO DO BRASIL | Prólogo




Primeiras entrevistas que fiz a brasileiros foram a Gonzaguinha, Moraes Moreira e um artista plástico cearense chamado Zé Pinto. Final dos anos 1970. Início da década seguinte eu mudei minha residência de Fortaleza para São Paulo e ali entrevistei poetas como Roberto Piva, Claudio Willer e Jamil Almansur Haddad. Eram então realizadas ao vivo, com um pequeno gravador, seguidas de um exaustivo trabalho de transcrição. Logo vieram as entrevistas através da troca de cartas. Salvo engano as primeiras delas foram com José Paulo Paes, Teixeira Coelho, João Silvério Trevisan, entre muitas outras. Eram publicadas de imediato e simultaneamente no SLMG (Suplemento Literário Minas Gerais) e no suplemento dominical do Diário do Nordeste, em Fortaleza. Embora do ponto de vista do rendimento expressivo fossem entrevistas que oferecessem um corpo mais substancioso ao leitor, lhes faltava a contestação imediata, a contra-argumentação do entrevistador. Este aspecto foi finalmente resolvido com o surgimento da Internet, que me permitiu enviar as perguntas por etapa, ampliando o diálogo de acordo com as respostas do entrevistado. Foi assim que surgiram entrevistas a nomes como Antonio Cícero, Marco Lucchesi, Lêdo Ivo, Maria Lúcia Dal Farra, enfim, a maior parte dos diálogos aqui presentes.
Paralelamente às entrevistas com brasileiros fui mapeando a América Hispânica, neste caso entrevistando primeiramente seus poetas. Uma primeira compilação dessas entrevistas resultou no livro Escritura Conquistada (1998), edição nacional, fora de mercado, com 24 entrevistas, que teve posteriormente uma edição espanhola ampliada (Venezuela, 2009), em dois volumes que reuniam 52 entrevistas a poetas em todo o continente hispano-americano & Brasil. Meu trabalho de edição da Agulha Revista de Cultura, assim como as pesquisas em relação ao Surrealismo, permitiu uma ampliação de fronteiras e temas, de modo que também passei a entrevistar pessoas na Espanha, em Portugal, nos Estados Unidos, no Canadá… E não mais apenas o mundo literário, ou seja, os diálogos passaram a ser também com nomes ligados à música, às artes plásticas, ao teatro etc.
As entrevistas aqui reunidas – unicamente aquelas feitas a brasileiros – são fruto dessa estrada fascinante, e perfazem um período que vem de 1984 a 2012. A intenção é espelhar um corpo crítico variado no que diz respeito à criação artística e também à visão de mundo dos entrevistados, permitindo ao leitor uma compreensão tanto sincera quanto diversificada de um caudaloso dilema que nos irmana a todos e que se chama Brasil. Invenção do Brasil é um título que desde o princípio soube se impor, pois é exatamente disto que se trata. Quando um país parece fugir de si, como uma entidade viva que teme aceitar sua identidade, é hora então de inventá-lo. O compositor Tom Jobim costumava dizer que o Brasil é um país para profissionais. Essa aparente boutade incomoda como uma fístula. Este livro é uma ampla mesa de diálogos em que me sento para escutar um conjunto de vozes, independente de suas coincidências ou dissidências entre si. O ouro buscado aqui é o da visão múltipla que possa dar ao leitor referências para ajustar, confirmar ou desmentir sua própria ideia do que seja ou possa vir a ser este país chamado Brasil.

[2013]

[Invenção do Brasil. São Paulo: Editora Descaminhos, 2013. http://www.amazon.com/Inven%C3%A7%C3%A3o-Brasil-entrevistas-Portuguese-Edition-ebook/dp/B00FTBMR24] 

ESCRITURA CONQUISTADA | Todos los libros son uno solo



  1 | Leemos en una antigua inscripción: el destino de un libro viene trazado por otro cuyo destino se encuentra ya en las páginas de otro anterior. Libros se ramifican en libros de tal forma que, en el instante en que uno se escribe, todos los demás están siendo escritos, irguiéndose en sigilo y al mismo tiempo -el mágico tiempo de la escritura- las invisibles paredes de una biblioteca absoluta, que tiene a su entrada una curiosa inscripción: Todos los libros son uno solo. La lectura de Intervista sul cinema (entrevista a Federico Fellini, realizada por Giovanni Grazzini, en 1983) dio a este libro el deseo de un cuerpo, al revelarle la oculta fuente de sus formas, las múltiples hablas que debería buscar. En su esbozo se encuentra una ineludible red de citas, que se va entrañando en cada página, lecturas en que fui labrando una a una las indagaciones que se van desdoblando copiosamente y que al final se revelan siempre las mismas.
Las citas, supongo, deciden con travesura sobre los libros en que desean reaparecer, y en cada uno adquieren distinto relieve. También el lector regresa siempre a un mismo punto de su vida, a un libro, a una página, y allí contempla orgulloso la sombra de alguien que cree que es él mismo. Los poetas estamos todos en cada uno de nuestros versos. La poesía representa el instante absoluto de nuestro encuentro con la vida, escenario de la desnudez y vértigo de nuestros encantos. Dejarse provocar por la poesía es ir tanteando el movimiento interior de las cosas y de los seres. Nuestra existencia nos conduce a este momento sagrado, sutil, revelador: la lectura de un verso, en el cual nos encontramos con todos los poetas, en el que se descubren insospechables eslabones entre cada cosa que tocamos, imaginamos, presentimos: un inmenso mar de misterios que se mueve lentamente.
Una voz entonces me pregunta: “¿Cómo lo toca la poesía?” Y otra insiste todavía: “¿Qué le ha dado ella? Y otras. ¿Qué se busca entonces en una entrevista? También aquí, como en la poesía, la conquista de una expresión esencial, la felicidad de una escritura única, inolvidable. La entrevista, la lectura, la conversación inteligente con amigos, son ésos los hilos encantados por los que la vida se ramifica, gana sabor denso y preciso cada pensamiento, el grácil abanico de ideas que nos une a todos los hombres. Leímos alguna vez que las entrevistas subrayan siempre un reencuentro: el de alguien con su pasado. En un incierto lugar, sospecho, algún otro leerá las voces aquí reencontradas, de una manera tal que este otro diálogo que se muestra influirá en su propio futuro. Así son los libros.

2 | El libro (este libro) surge como viaje en busca del otro que se encuentra dentro de nosotros, por atavismo y sin que lo percibamos. Viaje que inicio desde el instante en que, leyendo a un poeta hispanoamericano, cuya obra es largamente difundida en otros países, me incomoda que permanezca desconocido para el lector brasileño. Lo cual agrava el hecho de que, en el Brasil, el lector de poesía es, en muchos casos, el propio poeta o su ilusionado pretendiente. Viaje que se configura en cada puerto -aquí ya con referencia al proyecto inicial- cuando, al sondear las relaciones entre el Brasil y la América hispana, y aun la de ambientes culturales dentro de cada país, vemos cómo se diseña un mapa de desconocimiento mutuo, que requiere de una cartografía auxiliar. Curioso desconocimiento en cuyo espectro se identifican los vicios de la colonización en sus variados matices. Reflejos condicionados de un conjunto de veinte naciones que se identifican más por sus relaciones con Europa -que oscilan entre el rechazo intempestivo y la tácita sujeción- que por las posibles afinidades entre sí. Ausencia de diálogo en cualquier circunstancia. Viaje (este libro) que se confirma cada vez más obstinado en alertar sobre esa ausencia.
Las entrevistas fueron, desde el principio, tomando este curso. En 1998, publiqué algunas de las que integran este volumen, en una edición fuera de mercado. Fue sorprendente la recepción crítica de la prensa brasileña, que destacó el aspecto pionero del libro, manifestando al mismo tiempo cierto rechazo a aspectos que, aisladamente, podrían entenderse como discordancias legítimas entre partes, pero que una vez agrupados constituían una carta de principios de preclaro esnobismo de la alta cultura brasileña en relación con la América hispana. Cierta parte de la crítica acentuó la presencia del Surrealismo en el diálogo con los poetas, una presencia que habría sido forzada por mí, sin percibir que realmente hubo una fuerte influencia del Surrealismo en toda la tradición lírica del continente americano, verificada, en muchos casos, a partir de su eclosión en Europa.
Por su parte, las notas publicadas en la prensa de otros países pusieron el acento en su carácter de busca de un diálogo hasta entonces inexistente. El libro (este libro) se parece un poco más a su proyecto original, ese viaje por territorio desconocido. Pero cuanto más se avanza, más se percibe que la razón del desconocimiento mutuo es un rechazo al abrazo común. Sospecho que, por lamentable que sea, América -sin que sepamos hasta ahora qué significa exactamente esa entidad- jamás aceptará las circunstancias de su nacimiento; jamás aceptará que un continente entero, colonizado por Europa pueda crear desdoblamientos que no sean reflejo de las relaciones políticas entre las coronas francesa, inglesa, española y portuguesa.
Desafinamos tanto entre nosotros, que parece que obstinadamente queremos ser más realistas que el rey. Se frustró del todo la idea de un mundo nuevo. En rigor, hemos trasplantado los vicios del viejo mundo, mezclados en aclimataciones que resultaron siempre en violaciones. Hábitos traspuestos de forma tal que guardaran una categoría jerárquica en concordancia con la matriz.
Escuchar lo que tienen para decir los poetas aquí presentes puede funcionar como un razonable indicador de errores clásicos en términos de colonización cultural. Estos ejemplos máximos de sensibilidad -las “antenas de la raza”, como místicamente los llamaba Ezra Pound- no son gente menos imperfecta que cualquier otro mortal, y asimilan las trapacerías históricas con relativa facilidad, no intencional en muchos casos, por su candor existencial. No me refiero a los nombres agraciados por los media -un componente más en la lectura equívoca del significado sociocultural de todo un continente y sus particularidades - sino a aquellos que conservan un estado de gracia, incapaces de percibir la malicia con que a veces son tratados, o simplemente ajenos al mecanismo de desfiguración que tanto caracteriza a la prensa cultural. Las lecturas serán nuestras. Ya no de ellos.
Escuchar lo que tienen que decir todos los poetas, no sólo los aquí presentes, y seguir en este viaje puede ser una manera de alertar: repetimos los mismos errores. Todo un universo de quejas, angustias insatisfacciones. Si los poetas tal vez no cambiaron una sola coma en los compendios históricos, tendrían ahora que pensar que su acción -una acción estética, en rigor, y esencial- debería cambiar de curso, de estrategia. Es un buen tema para consulta, que podría llevarnos a otro viaje. Lo que tenemos aquí es un puerto bastante seguro, en el sentido de que es concreto; o sea, las más diversas opiniones sobre un contexto temático muy variado, consulta a nombres que se mezclan en importancia local e internacional, buscando esencialmente una cierta confiabilidad en relación con este primer plan de viaje: qué mundo estamos descubriendo nosotros.

3 | En un mágico libro de la tradición irlandesa, el Libro rojo de Hergest, se hace referencia a las tres cosas que enriquecen al poeta: “los mitos, la facultad poética y una provisión de poesía antigua”. La poesía reclama de nosotros una vivencia última, obstinada. Su transcurso abarca miseria y grandeza, la totalidad del territorio humano. Su expresión nos empuja al riesgo continuo, a un deslizamiento del espíritu, a una sutil catástrofe de conceptos, torrente de caídas elementales. No es otra su trama insospechada y vigorosa. No se puede sobrevivir a sí mismo, al abrazarla en su plenitud. Las ramas de la videncia y de la súplica se entrelazan en la formación de todo poeta. En su invisible tela debe alzar, con exactitud y refinamiento, el reino de sus imágenes, presencia y sentido de su verdad poética. Recupere mitos, celebre antiguos episodios, consulte visiones, converse con fantasmas, conduzca el verbo por siniestros caminos, abra su propia caja de absurdos y tensiones -su innumerable canto nos atravesará siempre como una lanza, su palabra será siempre una conquista, prueba de amor impresa en la propia carne. El poeta no será jamás un depravado o un delirante. Su atracción por el abismo es la busca de un diálogo vivo que alimente su tiempo. La palabra del poeta debe quemar, ser la invocación potente que reintegre los destrozos de toda existencia.
En la conversación entre poetas vamos tejiendo un encantamiento de hilos, aventura sacramental de la escritura que ahora conquistamos. Son los infinitos espacios (de la lengua, del diálogo, de la poesía) que se mezclan ascendiendo a otra celebración, a la convocación de un reconocimiento que nos aproxima y vuelve a fecundar nuestras transparencias y asombros. Como en el poema, formamos aquí un círculo perfecto. Nos recuerda Alfredo Silva Estrada: “No hay auténtica poesía que no se interrogue por su impulso, por su sentido y sus raíces.” Interrogación y testimonio, así es como actúa la poesía, generando su propia cadena de conjunciones y disyunciones. “Expansiva polisemia”, pero también confluencia abisal, intensa, llameante y marcada por la fundación de un espacio primordial, desde donde volvemos a hacer latir certezas y perplejidades.
Libro de todos nosotros, portal venturoso y gozo inaugural de evidencias, constelación de sorpresas, raíz vertiginosa de discordancias e identificaciones. Dijo Lezama Lima: “Uno de los milagros de la poesía es que toca el fuego y es, al mismo tiempo, fuego transfigurado”. Libro tejido como rastro elemental, itinerario sinuoso de interrogaciones, principio fidedigno de perturbaciones, identidad única y posible en la conquista de obstáculos, amable éxito de todos nosotros, regocijados con los caminos rotos por el lenguaje, la siembra de incertidumbres, la desembocadura de confluencias, el lento desvelarse de la absurda máscara con que nos contempla la historia de nuestras culturas. Escenario crepitante en que América Latina actúa el fervor de su palabra poética, como si abriésemos una grieta en el dorso del tiempo, exploración de una edad perdida, desafío a un diálogo que exceda la barrera de la historia. En suma: resurrección, restauración de un espacio de conocimiento mutuo, sabroso vértigo de la unidad y destino multiplicado por la llama de las diversidades.
Cabrá al poeta rescatar el sentido primero de las palabras, así como al crítico iluminar los territorios fundados por la poesía. Creación y exploración sumergidas en el absoluto de las indagaciones, en el profundo organismo del asombro, en busca de sus sombras resplandecientes. En el sinuoso fluir de las entrevistas de este libro no encontraremos otra verdad más que la duda como elemento renovador del espíritu, la inquietud como un luminoso salto en busca de la palabra original. Estamos todos involucrados en el movimiento incesante de la escritura, en el ejercicio de la pluralidad, en la propagación de la poesía como identidad mayor del hombre.

[2009]


NOTA EDITORIAL
Escritura Conquistada tuvo una edición fuera de mercado, publicada en Brasil, en 1998, con los auspicios de la Biblioteca Nacional y de la Universidad de Mogi das Cruzes. En aquella ocasión el libro incluía una selección de veinticuatro entrevistas y abarcaba once países. Al no haber sido comercializado, no alcanzó a gran parte del público lector, pero tuvo una sorprendente recepción por parte de la prensa, que destacó su carácter necesario. Entre tanto, varias de esas entrevistas y otras realizadas posteriormente encontraron acogida en periódicos y revistas de diversos países, e incluso algunas fueron colectadas en formato libro, o como dosier de revistas, tanto en América como en Europa. El real interés por escuchar la palabra del otro, que todo ello demostró, es el motivo de esta nueva edición ampliada. Ocho de las entrevistas que integraban la primera fueron sustituidas, no por razones valorativas, sino con el fin de crear oportunidades para nuevos testimonios. Las restantes, sumadas a otras realizadas a lo largo de veinte años, hacen un total de cincuenta entrevistas, seleccionadas con vistas a configurar mejor el ambiente de la presente edición, que ahora, finalmente, puede abarcar toda Iberoamérica, con sus veinte países.
   Muchas fueron las personas que de una manera u otra alentaron este proyecto y colaboraron para hacer oír la voz del poeta latinoamericano, no siempre difundido como se merece. Es posible que no consiga recordar los nombres de todos aquellos a quienes deseo expresar mi agradecimiento, pero me esfuerzo por hacerlo de manera equivalente al de la generosidad de todos: Alexis Gómez Rosa, Alfonso Peña, Amparo Osorio, Camila Pulgar, Carlos Véjar, Daniel Samoilovich, Eleuda de Carvalho, Francisco José Cruz Pérez, Joaquín M. Aguirre, Jorge Pieiro, José Castello, Juan Riquelme, Lina Zerón, Lira Neto, Luis Bravo, Marcos Reyes Dávila, Margaret Randall, Miguel Gómez, Miguel Márquez, Mónica del Pilar Uribe, Pascoal Motta, Roberto Rébora. Éstos en primer término, sumados a todos los poetas entrevistados, representan una fortuna de ecos en la difusión de este nuevo trabajo.
   Reunir todo este acervo de inquietudes requirió de una sabrosa disciplina que compartí con Marta Spagnuolo, quien tradujo las entrevistas hechas con poetas brasileños y las preguntas de las demás. Inclinados sobre una mesa virtual llena de papeles -yo en el Brasil, ella en la Argentina- llevamos semanas de conversaciones acerca de detalles ortográficos, referencias a aspectos históricos apuntados en las entrevistas, actualización de datos, etc. Para nosotros, esa fue la mesa de montaje en la que el libro, de hecho se configuró. Cada vez son más los libros preparados de una forma fría, y me parece que el eventual lector percibe el distanciamiento. ¿Cómo pretender que haya cariño en la lectura si no lo hubo en la hechura?
El mundo está más interligado de lo que nos imaginamos y sin embargo la conexión tecnológica registra más una señal de abismo que de unión. Escuchar al otro sigue siendo la mejor manera de comprender el papel que representamos en este mundo. Ésta, creo, es una razón válida para justificar la edición de este libro.

terça-feira, 26 de agosto de 2014

JOSÉ MARÍA EGUREN | Notas de acesso



Dou início a estas minhas anotações sobre a obra de José Maria Eguren (1874-1942) com uma afirmação que a muitos pode soar como uma profanação: a zona essencial de iluminação poética dessa obra se encontra em suas fotografias, aquarelas e, em especial, em sua prosa reflexiva. Na magia confluente desse ambiente plástico e reflexivo é que o poeta peruano alcançou suas mais renovadoras páginas poéticas. Especialmente na fotografia e nos artigos para imprensa ele apresenta um valor estético bastante singular e surpreendente para a época. No entanto, a sua poesia teve melhor sorte em termos de circulação, sobretudo internacional, projetando-o como notável poeta simbolista, para alguns, e até mesmo como precursor do surrealismo, para outros. Evidente que tenho em conta a queixa de Américo Ferrari, em seu livro La soledad sonora (2003), ao dizer:

Hoje, após três quartos de século, embora em geral o extraordinário valor de sua poesia seja reconhecido pela “gente do ofício” e pelos críticos entendidos, é fato que além dessas capelas Eguren permanece um poeta quase ignorado: seu nome mal transpôs as fronteiras de sua pátria, e sua poesia nem mesmo isto, pelo menos se pensarmos em Europa.

Talvez esteja correto Ferrari ao deduzir que o principal motivo desse desconhecimento seja a própria condição secreta, hermética, da poesia de Eguren. Mesmo assim, há que por essa condição em equilíbrio com outro aspecto, que é a propensão natural da poesia a tornar-se fonte de convívio demasiado exigente, afastando-se, ao longo do século XX, principalmente, do leitor comum, seja por razões sociológicas ou por puro exercício de pedantismo.
Gostaria inicialmente de tratar dessa proximidade entre Eguren e surrealismo. Quando Stefan Baciu publica sua Antología de la poesía surrealista latinoamericana (1981), ali estabelece uma série de equívocos acerca do tema que obrigam a correção por parte de qualquer um que resolva tratar do tema com um mínimo de equilíbrio. No que diz respeito especificamente ao peruano José María Eguren, o feixe de desacertos ou afirmações suspeitas confunde lírica e narrativa, desconsidera cronologia de publicação de obras, delira sobre o ambiente estético a que realmente pertence o poeta, tudo isto movido pela obsessão de Baciu de criar uma condição precursora do surrealismo no continente americano. Esta sua impertinência irresponsável é falha na raiz, pois sendo o surrealismo um movimento que rompe – como cabe, a rigor, a toda manifestação artística autêntica – com as barreiras geográficas, Paris funcionando como o grande centro de confluências de todos os visionários de uma época, é incabível falar de precursores apontando países no mapa-múndi. Há precursores do surrealismo, porém não chilenos, japoneses, australianos ou húngaros. Simplesmente precursores do surrealismo. Da ordem de um Lautréamont, por exemplo, para referir-me a um grande visionário nascido no continente americano.
O caso de Eguren é impensável até mesmo do ponto de vista cronológico. O poeta peruano publicou sua poesia em 1911, 1916 e 1929. Esta poesia é profundamente marcada pela estética simbolista, seja do ponto de vista do léxico, temas, recursos formais, grau de hermetismo etc. Ao contrário do que afirma Baciu, não há contradição na leitura simbolista que se faça dessa poesia. Há sim, e aqui cabe uma vez mais recordar Américo Ferrari, uma singularidade no simbolismo de Eguren, quando nos lembra que no poeta peruano se destaca “uma verdadeira vontade de possuir até o esgotamento o mundo dos sentidos e das formas visíveis, porém tornando-a essencial, despojando-a de sua ganga de matéria, por um lado, e, por outra, dos conceitos e preconceitos que associam pertinazmente as coisas e seres do mundo com funções e manipulações sociais e instrumentais”. Porém, essa particularidade é fruto de uma agitação interior do próprio poeta, basta segui-lo em suas anotações, ao dizer: “no me produzco como filósofo, sino siempre como poeta. Mi divagación crea un clima ávido de descubrimiento”, ou seja, é fruto de uma exaltação visionária de sua própria vida, poeta isolado dos artifícios urbanos e da trama literária, porém profundamente inserido na realidade do símbolo, na vibração fascinante da escrita em sua busca incessante de descobertas.
Pontuemos alguns aspectos em geral esquecidos em relação a essa avidez criativa do poeta. Em 1923, como recorda Ricardo Silva-Santisteban na cronologia que preparou para edição venezuelana (Obra poética. Motivos, 2005), Eguren “fabrica uma câmara fotográfica diminuta do tamanho de dois centímetros com a qual imprime uma grande quantidade de fotos, que agora nos deslumbram por sua nitidez e conservação, apesar do tempo transcorrido, aspecto que também nos mostra o poeta como um adiantado de seu tempo, pela técnica e pela estética com que realizou esta arte, da qual deu testemunho escrito no motivo ‘Filosofia do objetivo’, em 1931”.
Deixemos a palavra com o próprio Eguren, ao refletir sobre a arte fotográfica:

Vemos frequentemente desfigurações fotográficas ou embelezamentos milagrosos, semelhantes a criações súbitas. Há aquelas tão caprichosas que surpreendem, como se agentes desconhecidos as confeccionassem com um estranho poder. Há negativos que parecem zombar do fotógrafo e outros tão belos que chegam até nós como um presente, insólito de tão perdurável. Os desenhos vanguardistas abundam nessas aparições. Verdadeiros encaixes, dissociações harmônicas, seres inesperados, como se fossem produtos de raras vidências, de um dispositivo mágico. A cada dia se aperfeiçoa a câmara, a cada dia ela nos brinda com valiosas surpresas. A importância da fotografia acresce sem dilação.

Há também que mencionar sua aventura pictórica, experiências esparsas com aquarelas e carvões com um valioso caráter inovador. Como recorda Ricardo Silva-Santisteban, “Eguren eleva-se sobre os movimentos pictóricos do momento para se manter na corrente viva da pintura de nosso tempo que, a partir do cubismo, se desenvolveria com maior audácia e originalidade”, em seguida situando que no artista peruano “se produz uma renovação pictórica de maneira intuitiva, porém que passou desapercebida entre nós pelo extremo primor de sua execução e por se tratar de uma tentativa de tom menor que acabou se esquivando da perspicácia de nossos críticos de arte oficiais”.
No caso da prosa reflexiva, os artigos inicialmente publicados datam de janeiro e fevereiro de 1930, em páginas da revista Amauta que dirigia José Carlos Mariátegui. Ali Eguren anota as primeiras observações sobre ideais estéticos. É ainda a visão de um simbolista, embora deixe claros os sinais de sua singularidade. Não esquecer que então já havia escrito e publicado toda a sua poesia em verso. Neste mesmo ano escreve apenas dois outros artigos, sobre música. Em 1931 está concentrada a publicação da quase totalidade destes seus hábeis exercícios críticos que somente em 1959 seriam recolhidos por Estuardo Núñez em um livro intitulado Motivos estéticos. Este conjunto de textos que possuem a particularidade de mesclar reflexão e alta voltagem lírica é o radical que faz de Eguren uma das vozes mais inspiradas de sua época. Quando pensamos na prosa mágica reflexiva de poetas como o mexicano Octavio Paz ou o cubano Severo Sarduy vemos o quanto Eguren pode ser considerado um parente próximo. Refiro-me a El mono gramático (1970), por exemplo, quando a seu respeito o próprio Paz havia concluído que o texto “no iba a ninguna parte, salvo al encuentro de sí mismo”. Penso ainda mais precisamente nas páginas para imprensa escritas por Severo Sarduy e que somente após sua morte foram reunidas em um volume (Antología, 2000), organizado por Gustavo Guerrero Jiménez. Temos aí, nos dois casos, certo grau de parentesco, o que não deve ser confundido com situar a Eguren como um precursor de ambos. O que se pode imaginar é o desdobramento que teria essa escrita do poeta peruano, se acaso ele sentisse a necessidade de lhe dar continuidade.
Importa observar que é exatamente aqui que começa a grande aventura renovadora da linguagem em José María Eguren. É o grande rompedor, melhor dizendo: aglutinador, de gêneros de sua época. Como recorda acertadamente o crítico espanhol Jorge Rodríguez Padrón, em delicioso e revelador livro intitulado Del ocio sagrado (1991), “o poeta desdobra o prosaico dentro poema; quer ver o poema a partir da prosa, e com esta desenvolver corporalmente seu segredo”. Também podemos dizer que provoca outras manifestações do poema nas aquarelas e na fotografia, especialmente neste caso porque Eguren – e aí reside sua condição de grande poeta – não se interessa pelas limitações de linguagem alguma. É importante destacar que este mesmo crítico observa à luz da poesia os motivos de Eguren, como se ali radicasse – com o que estou de completo acordo – sua fascinante conquista poética. Rodríguez Padrón distingue aspectos como fluidez e (busca de) clareza em uma escritura que se renova de forma atrevida ao visitar áreas (até então) incomuns a seu território lírico. O ensaio de Rodríguez Padrón sobre Eguren é talvez a mais luminosa página crítica já escrita acerca deste poeta. Diz ali: “Sua escritura flui como movimento que não conclui no estatismo perplexo de um achado (detenção diante do abismo); mas tampouco se perde nas periferias inatingíveis do misterioso (esquecimento ou alienação”.
Em seguida adverte o quanto os motivos em Eguren assumem a verdadeira magia poética de sua contribuição à lírica hispano-americana, afirmando que

essa prosa não chega a anular o resplendor poético; este lhe exige como sua imagem simultânea. Não é conseqüência do hermetismo ou da indefinição em que aquela quis habitar, mas sim espelho onde se expande e multiplica o mistério, onde a contenção se torna análise igualmente luminosa.

O personagem crítico que cria sem nomear nessa prosa é uma espécie de andarilho, o voyeur que posteriormente encontraríamos em Severo Sarduy – situando como distintas as zonas de interesse de um e outro –, este igualmente singular caminhante, anotador de vertigens, assim como em Ítalo Calvino, especialmente em um livro como Collezione di sabbia (1984), reunião de seus textos para imprensa, acerca de temas os mais variados. No milagre da escrita se encontra sua própria revelação, a ramificação incessante de vertentes, visões, associações.
Mas voltemos ao ponto-Baciu, que se torna um ponto básico pela profusão de erratas. Antes que surja o surrealismo, Eguren era um poeta simbolista, mesmo considerando as observações já anotadas que o individuam no ambiente simbolista, com sua regularidade hermética e seus jogos de linguagem que incluem acentos na rima e no ritmo. A voz singular do poeta surge quando já se divulgam as idéias do surrealismo e surgem não em forma de versos. Eguren tinha a mais plena consciência do surrealismo. Não foi seu precursor ou seguidor. Era um contemporâneo do surrealismo, a quem soube ler sem preconceito ou necessidade de adesão. Tudo em sua personalidade inquieta apontava na direção de novas provocações, como se quisesse testar até que ponto resiste a criação diante dos obstáculos de seu tempo. O que observa Rodríguez Padrón acerca dos motivos é válido também para as fotografias: “movimento expansivo que não evita o acaso dos encontros (vizinhança evidente com o surrealismo), que assume – em sua ordem estrita – a livre alteração lógica do discurso como seu fluido principal”. E como Eguren precisamente via o surrealismo? Vejamos um fragmento de artigo publicado en La Revista Semanal (“O novo anseio”, 1931), referindo-se às tendências da arte naquela ocasião:

O surrealismo é a penúltima evolução, considerado como um realismo de realismo. Os prosélitos desta tendência, vendo a realidade mistificada por atavismos ou falsos rumos, propõem a verdadeira realidade poética, e buscam na vida tipos como a Nadja de Breton, tão transitória que se não a tivesse descoberto este escritor, nada conheceríamos da deliciosa menina. Porém se na realidade são descobertas belezas que parecem sonhadas, antes de tudo o surrealismo é uma realidade de sonhos. Se hoje esta tendência é considerada como passadista, não se descobriu outra que lhe possa suceder.

Por vezes penso que me excedo em dar ao livro de Stefan Baciu uma importância à qual talvez ele não corresponda. É possível que não tenha circulado senão entre meia dúzia de apaixonados pelo tema, e todos tenham chegado à mesma conclusão minha acerca de sua completa inconsistência. No entanto, em um tema com tão escassa bibliografia como é o caso do surrealismo no continente americano, eu me sinto responsável por denunciar o ponto de cegueira da visão do crítico romeno. Em 1969, o poeta Javier Sologuren publicou através de sua legendária aventura editorial, Ediciones de la Rama Florida, um breve volume com um texto recuperado de Eguren: La sala ambarina. Anoto aqui o que escreveu Baciu sobre este brevíssimo texto de Eguren: “constitui um dos melhores exemplos de escritura automática, visão de sonho e pesadelo mesclado em um mundo metade real metade irreal”. Rejeita ainda que o editor o trate como conto. Já reli inúmeras vezes esta isolada narrativa de Eguren e não há sinais de sua escritura automática. Mesmo que seja confirmada a técnica de escritura, o texto é mesmo uma narrativa, nada fantástica, e inclusive inexpressiva no conjunto da obra do peruano.
Em uma dessas manhãs em que alguém acorda benevolente com o mundo, releio o capítulo do livro de Baciu dedicado a Eguren e ali ao final ele observa que o poeta construiu uma obra “feita de pedaços de sonho, visões noturnas, caixas de música e quadros em miniatura”. Esta afirmação recorda muito o ambiente daqueles artigos escritos por Ítalo Calvino sobre mostras fantásticas a que me referi anteriormente. O surrealismo granjeou inimigos em muitas circunstâncias. Talvez o pior desses inimigos seja a parcela míope de seus aficionados. Baciu se dizia um defensor do surrealismo. Não tenho dúvida em dizer que o surrealismo passaria muito bem sem ele. Se acaso insisto em considerá-lo aqui isto se dá – reitero – pela lamentável escassez bibliográfica da poesia na América Hispânica, o que de outra forma levaria ao ralo os títulos inconsistentes, entre os quais ocupa posição cimeira a referida antologia de Stefan Baciu. Eguren não era um miniaturista inserido no espírito surrealista. Suas anotações críticas não eram aleatórias ou regidas pelo acaso. Como recorda Rodríguez Padrón, eram determinadas por uma necessidade de equilíbrio entre o sonhado, ou entrevisto, e a realidade.
Na tradição lírica do Peru a presença de José María Eguren possui um lugar que me parece inapropriado. A começar por certa insistência em sua ruptura com certos vícios modernistas imputados a Santos Chocano, seu contemporâneo. Duas perspectivas distintas, naturalmente, porém não entendidas por Eguren como adversárias, uma vez que lhe dedicou versos em que menciona a importância de Chocano em seus primeiros esboços poéticos. Não é no poema, cabe repetir, que radica sua profundidade renovadora. Como se trata essencialmente de um poeta, parece ocasionalmente natural que todos busquem justificativa estética para seus poemas. O poeta, no entanto, acabou por surpreender a todos, ao deslocar o eixo de leitura do fenômeno poético de sua época.
José María Eguren foi e não foi um grande poeta. Não escreveu um só poema que se possa recordar como renovador da lírica em seu tempo. Porém deixou uma série de escritos sobre temas que dizem respeito à criação no tocante à música, à pintura e à poesia, mesclados a suas idéias muito singulares acerca da filosofia e da estética, que o situam como um grande adiantado em seu tempo. Mas, sobretudo, o qualificam como um pensador lúcido acerca das relações entre criação e interferências externas. E um provocador no sentido de que as correntes que limitam a criação deveriam ser rompidas. Nisto consiste – e não se trata de um dado a ser desprezado – seu verdadeiro papel de inovador.

[2011]


[Publicado na Agulha Revista de Cultura # 9 - Maio de 2011.]